El
10 de Octubre de 2009 decidí visitar por segunda vez las cascadas de Lahuarpía,
ubicadas aproximadamente a 45 kilómetros (dirección Sur) de la ciudad de Moyobamba,
departamento de San Martín (Perú).
Hace más de un año, desde exactamente el 01 de Junio de 2008, que
no realizaba una caminata ecoturística por esa zona; y
como aquella vez las fotografías fueron escasas y las condiciones
climáticas no favorables, me sentía afligido por carecer de material
decente para mostrárselos en mi blog… Ese día, me levanté a mi hora
habitual, las 7:00 a.m., pues tenía tiempo libre hasta la noche y
no había porqué atolondrarse en salir de inmediato. Así que desayuné
y alisté mis efectos personales sin prisa alguna. Pero aún me faltaba un
objeto que si me excluía de llevarlo a esta aventura amazónica, me
coronaría como el más tonto del mundo: una cámara fotográfica. La
que usé por última vez, en mi Visita
Turística a los Baños Sulfurosos de Oromina, es de un compañero de
trabajo de mi padre, y como una semana atrás que se la había devuelto.
Pero, adelantado a las circunstancias, el día anterior llamé al
móvil de un pata para pedirle que me prestara su artilugio.
Él dijo que fuera a verle en las instalaciones de una ONG a las 8:30
a.m., y, tan puntual como siempre, me encontré con éste a la hora
acordada, y 5 minutos después estuve recibiendo el ansiado objeto, diciéndome
que las pilas estaban cargadas y que no eliminara lo que tenía guardado en su
tarjeta de memoria de 2GB. Confiando de lo que me expresó primero, me
despedí de él y le prometí que le devolvería al atardecer.
A
las 9:26 a.m.,
con la mochila preparada y la cámara metida en su estuche, dejé mi casa
sin decir la hora de mi regreso (cosa que es costumbre). Resolví no
viajar en combi, como lo hice cuando fui a practicar
senderismo en el morro de Calzada, sino a bordo de un auto,
el mismo que debía de esperar a que se llene de pasajeros en cualquiera de
las terminales terrestres, que se encontraban tres o cuatro
cuadras más abajo del paradero de combis. Tardé en caminar casi media
hora hasta la terminal de autos tipo Station wagon’s más
cercana de la fila de calles, la Empresa de Transportes y Turismo
Cajamarca, localizada en el Jirón Alfonso Ugarte 1438. Sin
embargo, no llegué a ir en una unidad de su flota, porque me aburrí
de aguardar tanto tiempo a los demás pasajeros; de forma que subí a
otro auto de un paradero más movido, la Empresa San Martín S.A., del
1456 de la misma calle. Y a las 10:04 a.m., dos
jóvenes, una señora con su bebé, y yo, partimos rumbo a nuestros destinos. El
chofer parecía un veterano de las rutas, y acordamos, antes de que arrancara el
motor, que el precio de la carrera hasta el pueblo de
Lahuarpía sería de 15 nuevos soles (5 más que en combi a Moyobamba). No
se olviden que mucho tiene que ver el factor comodidad… Mientras íbamos en
el coche, ocurrieron varios eventos que retrasaron el arribo a nuestros
destinos, el más prolongado de todos fue la espera en una parte de la carretera
donde había grúas, tractores y camiones construyendo un mejor tramo. Y
así, con un sofocante calor en el ambiente, llegué a la población de
Lahuarpía a las 12 horas con 34 minutos, y pagué lo debido al conductor. El resto
de gente siguió en el automóvil.
Ya conocía
el camino a las cascadas. Saqué la cámara y anduve tomando fotos,
hasta hallar una bodega cerca del sendero a las caídas de agua. En dicho
establecimiento, me abastecí de más líquido y comida como para saciar a
dos personas. Aún no vestía la ropa adecuada para salir a caminar
por la naturaleza, pero rápidamente encontré una garita abandonada, en la
cual podía mudar todo lo que llevaba puesto encima. Al costado de esta
caseta, levantaron los letreros que pueden ver en la imagen al pie de
este párrafo. “¿Y dónde está el cobrador?”, murmuré. De golpe pensé
que otra vez disfrutaría gratis de las tres cascadas de Lahuarpía. Dentro
de poco me llevaría una sorpresa…
El
caminillo se elevó un poco y los árboles con hojas de distintos colores se
cerraron sobre mi cabeza,
haciendo que los rayos solares menguaran sus efectos en mí. Pero a 100 o 150
metros, la vegetación se hizo menos densa y el sendero se inclinó
hacia abajo por una ruta con gradas de piedra. En ese momento me
animé a filmar el descenso y todo cuanto observaba por los alrededores, hasta
que… sucedió lo imprevisto. ¡Cómo diablos me podría estar
pasando eso a mí! Juraba que nunca más correría esa clase de aprietos. Mientras
hacía la labor de capturar cuadros con la cámara, en la pantallita de ésta
apareció una advertencia de batería baja. La frase “…las pilas están
cargadas” vino de sopetón a mi mente, y maldije la hora en que se me
ocurrió confiar en el dueño del aparato. Lo más conveniente en tales
situaciones es apagar el dispositivo para usarlo exclusivamente en los ratos
que valgan la pena. “Cuándo tendré mi propia cámara para no estar pasando
estos sinsabores”, mascullé. “Algún día… algún cercano día”, dije instantes
después. De manera que continué la caminata, molesto conmigo mismo y
con el pata, y no demoré en cruzarme con una señora y
una joven que volvían de su visita ecoturística a las cascadas de Lahuarpía, y
con una apariencia de haber vivido una aventura por tres parajes de la
Amazonía peruana. Las saludé y fue correspondido con sendos “hola”.
Ambas respiraban con dificultad debido al empinado ascenso, pero
en sus rostros vislumbré el espíritu intrépido que motiva la búsqueda de
aventuras.
Seguí
bajando, y cuando terminé de girar una curva, avisté a la primera
cascada de Lahuarpía abajo y a mi derecha. La fotografié con Zoom
en un santiamén para economizar energía (clic en la imagen para ver en alta
resolución). Metí otra vez la cámara en su estuche, y reanudé la
marcha trotando un poco. A medida que cortaba distancia hacia el camino
horizontal, recordé mi recorrido de Junio de 2008 por medio de esta
encantadora naturaleza, que incluso en épocas de lluvias no deja de ser
explorada por locos como el quien escribe.
Que mostro, pensé que la mejor por ahí era Huacamaillo.
ResponderEliminarEn la región San Martín hay un sinnúmero de cascadas y cataratas que se tardaría toda una vida (o quizás otra más) conocerlas por completo. En mi blog haré todo lo posible por mostrar las más bellas y las menos conocidas. No te pierdas de leer las siguientes partes de esta visita ecoturística.
ResponderEliminarY gracias por comentar, eres el segundo que lo hace. Siempre estás invitado a mi blog.
Dios te Bendiga.